Algunos psicoanalistas se han pronunciado al respecto. Por ejemplo Jacques-Alain Miller en El futuro del Mycoplasma Laboratorium. Lo que señala allí es importante, pues habla de una posición ética frente a todo lo que vendrá y frente a todo lo que está ocurriendo.
En estos días, en un periódico español se ha publicado la siguiente noticia: "El genetista James Watson afirma que los blancos son más inteligentes que los negros" (El título de la nota periodística fue modificado. Originalmente rezaba: “El genetista James Watson afirma que los blancos son más inteligentes que los negros.”)
El conocimiento acerca de los genes aparentemente no traerá liberación, sino suplicio. Seguramente todo seguirá mal pero, ¿cuándo las cosas han ido bien con el hombre?
Podríamos ser optimistas, en el sentido original de ese término, y aquí yo deseo serlo. Creo que el sujeto prevalecerá. Es inevitable, tal vez incluso ocurra como lo describen en las reiterativas películas que cada año se producen, sobre todo en la actual capital de la industria cinematográfica. En ellas se habla siempre del futuro del hombre y hay en esos mundos imaginados máquinas que son casi humanas o que, por lo menos, intentan serlo. Y entonces esas máquinas hablan y piensan y hasta sienten… y ellas devienen los sujetos en un mundo de hombres que son meros consumidores (con suerte.) Pero es sólo un sueño porque a las máquinas les faltará siempre algo: la sexualidad.
Tal vez la esperanza en los genes sea, como en aquel relato de Villiers de L'Isle Adam, sólo una tortura para los genetistas y los biólogos, y también para todos los hombres. Claro que ellos, como hombres de ciencia, no llegarán nunca a saberlo. Es la poesía la que lo sabe. El secreto está en el lenguaje.
Y mientras cree tocar enardecido
el oro aquel que matará la Muerte,
Dios, que sabe de alquimia, lo convierte
en polvo, en nadie, en anda y en olvido.[1]
[1]Jorge Luis Borges (1958): El Alquimista, El otro, el mismo, Obras Completas, Tomo II, España, Emecé editores, 1996.
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