El régimen iraní (a que queda mejor decir "régimen" que gobierno) prohibió la reedición de Memoria de mis putas tristes del gran Gabriel García Márquez (a que queda bien escribir "gran" hablando de Gabo), el texto publicado en farsí pasó el primer control porque un experimentado censor cambió "putas" por "bellas" y nadie se dio cuenta. La nueva autorización para una reedición sumado a que el libro se agotó en tres semanas alertó a los retrógrados y se prohibió una nueva publicación. El Ministerio de (in)Cultura iraní despidió al censor (no se habla de latigazos, por suerte) y anunció medidas para el editor.
Fuentes anónimas y clandestinas afirmaron que el libro se va a vender aún más pero en las trastiendas. Para argumentar y darle más fuerza a esta censura un portavoz del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica afirmó: "La publicación de este libro ha sido un error, cuando se publican 50.000 libros al año pueden ocurrir este tipo de errores", justificó. Este ministerio es el responsable de autorizar tanto los libros como los periódicos que se publican en Irán.
Imaginen si una revista hubiera publicado en la portada al presidente Mahmud Ahmadineyad manteniendo relaciones sexuales con su esposa. Acá en España multaron al dibujante y al guionista de El Jueves, por la caricatura de los príncipes con 3,000 euros a cada uno, en Irán.. mejor no imaginar que pasaría.
Pues nada nuevo de un país donde las libertades están un poco -como decirlo suavemente- jodidas.
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